¿Por qué comemos “calçots”? ¿Cuál es su origen? - Mussap
¿Por qué comemos “calçots”? ¿Cuál es su origen?
Febrero y marzo son sinónimo de época de “calçotadas”. No hay nada más nuestro que reunirnos alrededor de una mesa con un buen manojo de “calçots” y mojarlos uno a uno en la salsa. ¡Está para chuparse los dedos! Este ritual se ha convertido en toda una tradición que se repite año tras año entre amigos y familiares. Nadie puede escaparse de celebrar al menos una “calçotada” al año, pero ¿cuál es su origen? ¿De dónde provienen los “calçots”? ¿Por qué comemos?
Una tradición nacida por error
Como en todas las tradiciones, sus orígenes son inciertos. Hay historiadores que afirman que los romanos ya conocían los “calçots”, pero no hay ninguna prueba o evidencia que indique que comer “calçots” era un acto social o cultural por aquel entonces. Para encontrar el verdadero origen de los “calçots” y las “calçotades” como las concebimos ahora, debemos trasladarnos a finales del siglo XIX, a la ciudad de Valls.
Fue en esa época cuando un campesino llamado Xat de Benaigues cosechó unas cebollas que tenían una forma peculiar, eran más alargadas de lo normal. Benaigues en lugar de deshacerse de ellas, decidió chamuscarlas al fuego. Rápidamente, se dio cuenta de que esas cebollas blancas desprendían un aroma especial. Una vez quemadas, cortó las raíces, las peló y las aliñó con vinagre y sal.
El resultado fue sorprendente, una cebolla tierna y dulce con un sabor extraordinario. El éxito fue tal que el campesino decidió empezar a experimentar con diferentes técnicas de cultivo para volver a producir cebollas como aquellas. Con los tiempos, Benaigues encontró el sistema adecuado y los “calçots” se fueron popularizando como comida hasta convertirse en una auténtica festividad y tradición.
Actualmente, es una de las tradiciones más arraigadas en la capital del Alt Camp, donde cada año miles de personas peregrinan para degustar la comida insignia de la localidad. De hecho, podríamos decir que Valls es el kilómetro 0 de las “calçotadas”, con la Gran Festa de la Calçotada, una fecha clave que se celebra el último fin de semana de enero y reúne a más de 35.000 personas.
A pesar de esto, la temporada de “calçots” se alarga cada vez más, y hay quienes ya empiezan a comer calçots en noviembre. De todos modos, cualquier excusa es buena para encender el fuego, ensuciarse los dedos y disfrutar de unos buenos “calçots”. ¡Buen provecho!