¿Por qué los catalanes comemos la mona?

¿Por qué los catalanes comemos la mona?


 

Durante esta época del año es tradición ver las pastelerías llenas de pasteles con plumas, huevos de chocolate y polluelos. La mona de Pascua se ha convertido en un dulce muy nuestro y en un indispensable para muchos catalanes y catalanas. Pero, ¿cuál es el origen de este pastel? ¿Por qué comemos la mona de Pascua?

UN ORIGEN INCIERTO

Aunque sus orígenes no son del todo claros, tenemos que remontarnos siglos atrás para conocerlos. Según varios historiadores, la mona de Pascua deriva de una festividad pagana en la que se celebraba la finalización de la Cuaresma. Mientras las celebraciones cristianas homenajeaban la muerte de Jesucristo e imponían un período de abstinencia, la mona de Pascua celebraba la resurrección, la vida y el fin de todas las prohibiciones. Una festividad donde la comida era la protagonista.

Etimológicamente, la palabra mona proviene del árabe antiguo “muna”, en latín “monus”, y significa regalo u ofrenda. Con estas ofrendas, se simbolizaba el fin de la abstinencia impuesta por la Cuaresma. Por eso, en su momento y aún ahora, comer la mona es un símbolo de regreso a la “normalidad”.

UN PASTEL LLENO DE SIMBOLOGÍA

Sin duda, los huevos son un indispensable en la mona. El uso de este símbolo va estrechamente ligado con la celebración de la resurrección y la vida. Antiguamente, los huevos eran símbolo de fecundidad y vida y se relacionaban con la génesis del mundo y el inicio de un nuevo ciclo biológico. Con el paso del tiempo, los huevos dejaron de ser de origen animal y se convirtieron en figuras de chocolate por una cuestión puramente gastronómica.

UNA TRADICIÓN MUY NUESTRA

Aunque con el paso de los años esta tradición ha ido perdiendo fuerza en diferentes territorios, en Cataluña se ha mantenido intacta, convirtiéndose en casi un rasgo diferencial de la Semana Santa catalana. De hecho, Cataluña es uno de los pocos territorios donde el Lunes de Pascua es festivo y se celebra popularmente.

Aunque a menudo no relacionamos la mona con una celebración religiosa, la tradición dice que los padrinos y madrinas deben regalar a sus ahijados e hijuelas la mona hasta el momento de la confirmación, añadiendo un huevo por cada año transcurrido. La realidad es que cada vez son menos los niños que reciben la confirmación, pero, al final, cualquier excusa es buena para compartir juntos una tradición tan nuestra.